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Lydia Pena: “La gestión deportiva presenta en su día a día los mismos componentes que el deporte de élite” 

  25/09/2020 NUESTRA GENTE


El nombre de Lydia Pena está íntimamente ligado al balonmano. En ese deporte llegó a ser internacional absoluta con España en 41 ocasiones, levantó la primera edición de la Copa de la Reina con el Rancho Castelldefels en 1980, ha sido entrenadora y sigue vinculada al 40x20 como vicepresidenta de la Federación Catalana, así como de la mano de su hija Ona Vegué, jugadora del KH-7 Granollers de la Liga Guerreras Iberdrola. Esa es su faceta más pública, pero DIRECCIÓN Y GESTIÓN DEL DEPORTE quiere centrarse en la mujer que ha destacado también en el campo de la gestión deportiva. Aunque como ella resalta, ambos son mundos interrelacionados. “La gestión deportiva no deja de tener los mismos componentes cada día que el deporte de élite: adaptarse, corregir, trabajar en equipo, aprender, mejorar, buscar… Si además añadimos el conocimiento de ser usuario de instalaciones, deportista y gestor, creo que es una combinación muy buena”, señala la vocal de la junta directiva de FAGDE. Porque Lydia es UNA DE LAS NUESTRAS.

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No fueron los estudios de Educación Física, sino los de Económicas, la primera opción de Lydia. Iba para empleada de banca, pero su futuro profesional dio un giro de 180 grados cuando se dio cuenta de que aquello no le llenaba. Fue la oportunidad de trabajar con niñas y niños lo que le abrió los ojos y decidió reiniciar su formación y sacar la licenciatura en CAFE, lo que logró en 1993. Durante unos primeros años “preciosos”, ejerció como profesora de Educación Física. “Eran los principios de la actividad física entendida como una globalidad, con actividades de desarrollo personal. Hace poco recupere del baúl de los recuerdos mis primeras planificaciones en sabanas de folios enganchados y fichas hechas a mano. ¡Qué tiempos!”, rememora con cariño.

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Lydia, con su hija, la también jugadora de balonmano Ona Vegué   FOTO: LALIGA SPORTS

Dando clases de EF en el polideportivo de Castelldefels entra en contacto con SEAE, la empresa de gestión de servicios deportivos de cuyo Comité de Dirección forma parte en la actualidad como responsable de Gestión Técnica, Formación, Consultoría, Calidad y Métodos: “SEAE empezó a gestionar el polideportivo de Castelldefels y me contrataron como técnica. Parece ser que algo debieron ver que les gustó y me ofrecieron un puesto de coordinación en esa misma instalación”. Y es entonces cuando Pena decide aparcar el magisterio de educación física para sumergirse de lleno en la gestión deportiva: “Necesitaba aprender más cosas. SEAE me ofreció un campo mucho más amplio de aprendizaje y, nunca mejor dicho, me tiré a la piscina”.

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Pese a adentrarse en esa vía, la llama de la vocación por la docencia seguía encendida en Lydia. “No la he perdido nunca, creo que esto se lleva dentro y siempre me ha dado mucha satisfacción”, explica. En este caso, la volcó especialmente en el medio acuático. “Empecé como todo el mundo, haciendo unas horitas para complementar el salario. Mi ámbito era el de la educación física de base y trasladé a las actividades acuáticas esa base que tenía. Fue el gran cambio del agua, hablar de la natación a denominarla actividades acuáticas. Ahora casi no se recuerda ese cambio, pero los principios fueron intensos. Siempre he pensado que nos tenemos que cuestionar por qué se hacen las cosas de una forma, ya que ese cuestionamiento hace que las formas de realizarlas evolucionen”, afirma.

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Lydia, señalada con un círculo, en una imagen con el Rancho Castelledefels

Ese afán por la constante mejora lo afianzó en su etapa como deportista de élite, que se desarrolló en dos disciplinas bien distintas. Y si bien fue en su faceta de jugadora de balonmano en la que Pena adquirió mayor renombre, curiosamente otro deporte con mucha menos repercusión, el squash, fue el que estuvo a punto de llevarle a la cumbre con la que sueña todo deportes: los Juegos Olímpicos. “En él también llegué a la selección absoluta y estuve estirando mi carrera hasta intentar entrar en las Olimpiadas de Barcelona, en la que tenía que ser deporte de exhibición. Al final no lo fue y en mi palmarés siempre me faltarán unos Juegos Olímpicos”, indica con resignación.

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Pena, en una gala de la Federación Catalana de Balonmano, de la que es vicepresidenta

Las lesiones acabaron por apartarla del deporte de alto nivel, pero sus enseñanzas le han acompañado siempre: “Soy una persona muy competitiva, no me gusta perder en nada, eso supone sobreponerse en cada momento a cualquier circunstancia, estés como estés. Mejorar, entrenar nuevas cosas, aprender de los errores, buscar recursos, trabajar en equipo, salvar cualquier inconveniente… Podría poner mil situaciones como ejemplos de lo que me ha aportado el deporte de élite, pero una de las más interesantes es la capacidad de ser líder”.

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Lydia, en una distentida reunión de la junta directiva de FAGDE junto a Fernando Romay

Quizás esa capacidad de liderazgo es la que percibió Eduardo Blanco cuando le propuso a Pena formar parte de la junta directiva de FAGDE que él preside. “Fue un placer que me lo pidiera”, asegura Lydia, quien pone en valor el potencial de esta entidad: “FAGDE intenta ser un ente aglutinador. Eduardo y toda la junta estamos intentando que se le escuche en los diferentes foros de decisión. Esto está costando mucho. Por ello, mi deseo para los próximos años sería poder tener un órgano lo bastante representativo para que nos escuchen en los foros donde se puede ayudar a tomar decisiones a los responsables”.

 

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